¿Qué tienen en común los republicanos de la Cámara y la Cenicienta
del cuento?
Pues, entre otras cosas, la media noche. En la historia de
Cenicienta el coche se convierte
en calabaza a las 12 y la pobre Cenicienta vuelve a ser la infeliz hijastra
llena de cenizas. En la media
noche del sábado, los republicanos de la Cámara, casi subrepticiamente, se reunieron para votar a favor del
vehículo que más rápido conduce al cierre de gobierno que han planeado por varias semanas (negándolo,
por supuesto). Con dicho voto, mantendrán al gobierno funcionando unos cuantos meses, pero la condición es
que “hay que detener Obamacare por un año”. Es lo que han querido hacer siempre
para echarle la culpa al presidente y a los demócratas. No cabe duda que su plan
será nuevamente rechazado por el Senado. Pero lo republicanos han mantenido su objetivo
de cerrar el gobierno sin hacer el más mínimo esfuerzo para evitarlo. Hasta crearon
un proyecto de ley de gastos con conocimiento total y absoluto de que sería rechazado.
Aprobaron el proyecto de ley después de la media noche, cuando el
coche de Cenicienta vuelve a ser calabaza, negándole beneficios de cuidado de
salud a millones de familias americanas por un año entero. Además, subiendo el
déficit al rechazar convenientemente el impuesto por el uso de dispositivos médicos que los
cabilderos de esa industria han estado empujando para eliminar (y sin duda han
llenado unos cuantos bolsillos para ello). Como si todo esto fuera poco, incluyeron
una provisión en la demora de Obamacare, que permite a empleadores y proveedores de cuidados
de salud salirse del mandato de la cobertura de contracepción.
Sí, el coche no solo se volvió calabaza, si no que la calabaza
está podrida, porque los líderes del Senado y la Casa Blanca, le explicaron
pacientemente a los republicanos que ese voto garantizaría un cierre de
gobierno, y así y todo, votaron de
forma unánime, lo que indica que
sus acciones no son las de una rama extremista del partido, si no la decisión organizada del grupo entero. Un
teatro Kabuki bien planeado.
Lo que es de conocimiento común en Washington es que el Presidente
de la Cámara, John Boehner, estaba en contra de tal acción y presentó una
propuesta a principios de este mes que hubiera evitado llegar a este punto. Pero es obvio que
Boehner ni controla ni influye en las decisiones de su propia cámara y “le
falta lo que hace falta” para gobernar con integridad.
Ahora el futuro es aún más incierto. El Senado podría reunirse hoy
mismo, rechazar la propuesta de ley y pedirle a los republicanos que actúen
como líderes responsables, lo que no han hecho hasta ahora y no creo que irán a cambiar de la noche a la mañana, considerando que es mañana,
cuando se vence el plazo para cerrar el gobierno. Es posible que
la Cámara alta se reúna de inmediato y apruebe la misma propuesta de ley que
los senadores aprobaron el viernes, lo que le dejaría unas horas a la Cámara
para mantener el gobierno funcionando.
El público americano ya no espera mucho de su Congreso, pero aún
confía en que sus legisladores
dejarán el gobierno funcionando porque lo opuesto no les cabe en la cabeza. El gobierno cerró anteriormente en
1995-96 por batallas partidistas sobre el presupuesto muy similares a las
actuales. Cerró por 5 días en Noviembre 1995 cuando el Presidente Bill Clinton
y el Congreso, también controlado por el GOP en aquel entonces, no se pusieron
de acuerdo en los gastos. Y cerró nuevamente en Diciembre por 3 semanas. El
gobierno estimó que ambos cierres nos costaron $1.4 billones a los
contribuyentes.
De suceder nuevamente, programas esenciales (como el control de
tráfico aéreo, Medicare, inspecciones de alimentos, la Oficina de Correos, etc)
continuarían sin interrupción. Pero millones de empleados federales de
programas considerados no esenciales, quedarían sin trabajo, sin garantía alguna de
sueldo retroactivo. Los cheques de Social Security y beneficios de veteranos,
no se interrumpirían pero llegarían muy tarde puesto que habrá menos empleados
que los procesen. Las solicitudes de visas, pasaportes, ciudadanías, etc.
pasarán a una lista de espera, así como los programas de préstamos a pequeños
negocios e hipotecas de vivienda. Los parques, monumentos nacionales y museos
cerrarían, pero el Capitolio continuaría abierto. Los americanos podrán ir al
zoológico, pero no habrá quien le de comida a los animales, ni quien limpie sus
jaulas.
El Congreso está exento de despidos y quizás algunos legisladores
protesten por ello. Está por verse.
Las partes principales de la manzana de la discordia en todo esto,
la Ley del Cuidado de Salud Costeable, más conocida como Obamacare,
continuarían en su lugar a menos que la ley entera fuera revocada, lo que no sucederá. Hasta si el
Congreso no autoriza los gastos a partir del 1ro de Octubre (que es pasado
mañana), el gobierno tiene otras fuentes de financiamiento que puede utilizar para
mantener la ley intacta. Una gran porción de Obamacare es financiada por gastos
“obligatorios” que el Congreso tiene que mantener a toda costa. Igualmente el financiamiento
para varios años está disponible en el caso de un cierre de gobierno. Según el
reporte del mes de julio del Servicio de Investigaciones del Congreso, la
implementación de la Ley del Cuidado de Salud Costeable, Obamacare, continuará
hasta si hay un lapso que resulte en un cierre de gobierno temporal.
En el cuento de Cenicienta, la madrastra y las hermanastras viven en un mundo de fantasía (a pesar de que se ven en el espejo) y creen que
una de ellas se casará con el príncipe.
En el mundo desquiciado de los legisladores del GOP, ellos se creen héroes, votando para cerrar el
gobierno federal a menos que los demócratas le retiren los beneficios de
cuidado de salud costeable a millones de familias americanas.
Tristemente, lo que duele aquí no es Obamacare, ni la lista de
demandas de los
republicanos. El tema que lastima y que no se debe permitir y lo digo muy en
serio, es la extorsión. Una vez que negociamos con extorsionistas, es cosa de nunca acabar. No podemos permitir que se use más nuestra nación como
rehén. El presidente no debe permitirlo y si a los conservadores no les gusta una ley o hay
algún impuesto con el que no estén de acuerdo sus financistas, o una regulación
que sus padrinos corporativos no quieran aceptar, que se resuelva por medio de
un procedimiento limpio. De lo
contrario que sigan con sus amenazas, pero que las cumplan. Que la nación entera sienta los
resultados, para que de una vez se sepa quienes son y que intereses
representan, que ciertamente no son los del pueblo americano.
NOTA IMPORTANTE:
Quiero recordarles
que Guido Barilla, presidente de la empresa de alimentos que lleva su nombre,
hizo declaraciones homofóbicas que no se deben olvidar sobre todo cuando
hacemos la compra. "No haremos
publicidad con homosexuales porque nos gusta la familia tradicional. Si los
gays no están de acuerdo, siempre pueden comer pasta de otra marca. Todos son
libres de hacer lo que quieran porque no molestamos a nadie". Después
de eso, disculpas van y vienen (que si las declaraciones fueron sacadas de
contexto, que si exageraron, etc), especialmente después de la indignación
reflejada en las redes sociales. Pero cuando les preguntaron por qué no hay
familias homosexuales en sus anuncios contestaron: "No haremos un anuncio con una familia homosexual porque para nosotros
la familia es la tradicional." La mayoría de las familias
tradicionales han ampliado sus mentes desde hace mucho rato y queremos ver un
anuncio de Barilla con una familia “gay.” De lo contrario, Ciao Barilla! Y les
recuerdo otras marcas excelentes: De Cecco, Muellers, Buitoni, Martelli, San
Remo, Mendocino Pasta Company, Mario Batali, Gia Russa y cualquier otra que no
sea Barilla, porque en la unión está la fuerza y estos son momentos críticos en
la historia.
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